viernes, septiembre 08, 2006

LEYENDAS DEL GATO - CUERVO

Creo que a Mario no le quedó de otra; faltando segundos para el silbatazo final aquella patada por detrás al diez contrario era la última y única opción para detenerlo, después de cincuenta minutos de constantes humillaciones a su persona, dada su condición de defensa, lo ameritaba. Varios viajes etílicos y chocarreros de discusiones necias e innumerables noches de insomnio, de cada uno de los que salíamos a la cancha creyendo ser un "Maradona" por lo menos dentro de nuestra ebria imaginación, lo confirmaban, no mas humillaciones pensó, voy a detener al diez creativo, al precio que sea, esto, según él, justificaba todo tipo de juego rudo (ojo, que no violento) en el terreno futbolero y efectivamente como iluminado por los dioses, por fin la pata y la mente de Mario estuvieron conectados por un segundo, el cual, aprovecho para ponerle la patada mas fuerte y mejor colocada que en aquella liga se recuerde, al gambetero y posible promesa del fútbol mexicano del equipo contrario.

Al pobre tipo le quedó la pierna hecha añicos. No es necesario describir aquel rictus de dolor del otrora promesa, basta decir que en su cara parecía extinguirse toda conexión con la realidad y el mundo supraterrenal. Pero al cabo, el fútbol era para nosotros una batalla más, dentro de la guerra (donde como en el amor, todo se vale) que librábamos clavadamente y en pos de una victoria jueves a jueves, semana tras semana y la cual se nos negaba una y otra vez con cada salto a la cancha.

Sin embargo, la problemática en ese instante crucial radicaba en otra parte, quedaban sólo 5 sobrevivientes (una verdadera carnicería de expulsiones gracias a la enjundia del nazareno en turno) de ese sueño guajiro y medio que nos mantenía unidos justo en los últimos momentos de tan importante partido, nuestra primera victoria y por si fuera poco, un trofeo de por medio, entre ellos nuestra figura GATO–CUERVO, portero de porteros, mitad hombre mitad animal y no por que fuera medio bruto y por consecuencia animal, este remoquete lo tenia ganado gracias a sus “movimientos, reflejos y forma de volar”, cuando de guardar la cabaña se trataba, vuelos y movimientos, que al no ser muy precisos, pero si muy vistosos, por lo general, lo hacia acabar incrustado en algún coequipero y en el mejor de los casos, en alguno de los rivales, uno de estos míticos lances, lo llevo a ser expulsado, por considerar el de negro, que mas que un espectacular achique, lo sucedido en el minuto treinta y ocho del encuentro, era sin duda un no muy noble contacto en los linderos del área, lo que hizo, que Castillo, tras la expulsión, asumiera esa posición por los minutos restantes, pero Castillo por mucho, no tenia la enjundia del portero titular, en suma, no tenia las horas vuelo del Gato-Cuervo, para detener un penacho y lo peor era que ninguno de los restantes que se mantenían en la cancha contra viento, raspón, polvo y gambetas; tenía la entereza, el valor y los "tamaños" suficientes del portero titular para enfrentar la extrema y complicada situación de para el penal por Mario provocado, No quedaba de otra: alguien sería elegido. Pero... ¿quién?

El encuentro de nuestra vida o muerte, era favorable a nosotros por 5 a 4 y sólo así… se ganaba, según lo había señalado el Gato-Cuervo (meter mas goles de los recibidos) en una de sus no muy esporádicas intoxicación etílicas, donde acostumbraba reflexionar y hacernos saber las bases del fútbol 7 y en esta ocasión, aquella máxima se volvía realidad, pues de mantenerse el marcador favorable, seriamos ganadores, con la consecuencia lógica de llevar el trofeo a casa y ponernos una guarapeta de antología. Empatar significaba la muerte, sin necesidad del acta del defunción correspondiente para todo el equipo, un grupo de jóvenes sanos, con ganas tan sólo, de un poco de gloria en cuestión del futbol amiguero, o en la liga fútbol 7, según dirían los más versados. Fue entonces cuando por obra y magia de algún dios todavía no conocido, que el Topito, temblando un tanto más de las rodillas que de costumbre, tuvo una idea descabellada, como las que solo él puede tener, pero no por eso, dejaba de ser genial, inclusive sublime, fue así que el clan de balompedómanos tomo aquella decisión en forma consensuada “y por ende democrática” señalaba Hugo, Nadie dio crédito cuando se ordeno el cambio de Castillo por el inexperimentado Choriano; aquello fue indescriptible, cuasicatatónico. Ni siquiera la incredulidad del mismo Choriano, ni la digna y valerosa actitud de su primo el Mugres de prestarse a ese juego morboso y descabellado, se comparaban, con aquel silencio casi casi sepulcral que nos envolvió a todos en un acto ritual, cómicamente suicida.

El Choriano había jugado una sola vez en toda la cruzada pambolera, de hecho jugó únicamente 3 minutos: todo un récord. Su experiencia en el ámbito de las patadas y el esférico sintético -otrora de cuero- se resumía en una acción aislada y lejos, muy lejos del contacto con la pelota: un hocicazo que se puso contra las malla de metal, que lo privo de ser tomado en cuenta para cotejos posteriores y no por las lesiones sufridas con el mandurriazo, sino por la inexperiencia mostrada, que devino en que el equipo lo sancionara con veinte partidos de castigo, por pendejo, decisión tomada en forma unánime, era evidente, sin necesidad de analizar demasiado, que la idea de su ingreso, en ese trascendental instante del partido, era absolutamente una insensata y delirante locura, valga la justificada redundancia.

La cara del Choriano cuando ingresó a la cancha parecía salir del orgasmo más grande que jamás había sentido en toda su existencia, la gallardía con que atravesó el campo con su descomunal masa corporal, básicamente cargada en la zona abdominal y el 1.80 de estatura, lo delataban, por fin sus reiteradas peticiones para ser tomado en cuanta daban frutos y de paso ésta seria la prueba fehaciente para sus detractores de que él no merecía estar relegado a la banca, Nunca por el resto de sus días los presentes podrían olvidar aquella cara, como si atrás de la que hasta ese día se le conocía despertara otro ser, uno totalmente distinto, más allá del bien y del mal, colocándose los guantes, se dirigió bajo los palos y asumiendo, lo que el imagino, era la postura correcta de un portero ante la posibilidad realizar un acto deportivamente heroico, es decir una hazaña.

Después, sólo la imagen de un contrincante, tomando una considerable distancia entre él y el balón, luego el cañonazo y Choriano, como si fuera un bloque del más impenetrable cemento biológico, sobre la línea de gol, curiosamente, el cielo comenzaba a congestionarse de nubes y el ruido de los relámpagos, vaticinaban un incierto destino, allá, en los linderos, donde se construyen por sí solas las historia y a sus protagonistas. Lo que se escuchó, se comenta, fue como lo que escucharon los habitantes de San Juanico en aquella trágica explosión al amanecer: tremebundamente ensordecedor.

Aunque a esta descripción, no se le puede comparar del todo, pues le falta el gesto, el gesto que quedó grabado en el aparato de nuestra memoria colectiva, y que puso el ahora mítico y legendario héroe de héroes, “EL CHORIANO”, cuando el proyectil se impactó con auténtica violencia y de lleno contra su jeta impávida y sorprendida. El endemoniado objeto desvió su trayectoria. Nadie, ninguno de los que presenciaron aquella escena como de película hollywoodense melosa pero a la vez surtidora de un efecto difícil de explicar, lo pudo o podrá creer el resto de sus días.

Ya pasó algún tiempo de ese impactante y sin embargo mágico episodio. El CHORIANO pudo salir dos meses después del hospital. Diagnóstico final: una mandíbula rota, la nariz partida en tres pedazos, casi la pérdida del ojo izquierdo y un dolor que hasta el día de hoy le persigue en algún espacio indefinible, volátil, de su cabeza. Eso sí, ya nunca volvió a jugar al futbol. El Boistyks F.C. piensa que es prudente y más seguro para él. Además de que afuera del campo se le ve definitivamente mejor. A pesar de que, según los especialistas, esa cara de ido “idiota” como de encontrarse en otro sitio, en una realidad aparte y paralela, nunca desaparecerá. Todo se compensa con recordar la inmensa alegría que gracias a su infortunio produjo al equipo y sus fieles seguidores, y claro, al mismo Choriano. Y es que cada vez que le mostrábamos el horrible trofeo ganado aquella tarde, pero galardón al fin, se le transforma el rostro. Sí… por unos instantes… la cara de antes de aquel madrazo, le retorna, incluso con mucho mejor semblante. Varios nos atrevemos a decir que por segundos, esta de vuelta en este bizarro mundo, en donde existe gente a quien como él, en ocasiones le toca ser el héroe, al menos, una vez en la vida, esté dentro de sus planes, o no.

1 comentario:

Dr. K dijo...

Se premiará a quien identifique en una sola frase sujeto, verbo y predicado. Atte. El Tio Rico